Una de las principales características del desarrollo de una civilización ha sido la accesibilidad a sus recursos naturales. La cercanía a los cursos de agua, a los recursos forestales y alimenticios son ejemplos de aquellos elementos de la naturaleza que identifican a una región y que han sido evaluados por su población para asegurar la conformación de una comunidad y su progreso. El acceso a una porción de naturaleza ha condicionado el desarrollo de los países industrializados, y a la par de este crecimiento se encuentra el valor que han ido adquiriendo sus componentes. La valorización del árbol, el agua del arroyo, el cereal y los animales de carga entre otros, transformaron a éstos en elementos con una utilidad y una escasez cuantificable, convirtiéndose en recurso natural. La posibilidad de contar con ese recurso en el tiempo los caracterizó en recursos renovables o no renovables.
Pero, ¿existe un límite en esta ecuación o las naciones pueden crecer indefinidamente y consecuentemente la necesidad de sus recursos naturales? ¿Podemos seguir clasificando a los países por su grado de desarrollo, anhelando un próximo escenario conformado totalmente por sociedades desarrolladas o ya es hora de darnos cuenta que no es posible este futuro? Ciertamente esta confrontación no tardó en evidenciarse entre países desarrollados y en vías de desarrollo.
Es así como parte de estos interrogantes permitieron saltar de una relación sociedad-naturaleza aparentemente “simple”, donde la primera se servía casi groseramente de los recursos que necesitaba para hacer crecer sus arcas convirtiéndose en un país desarrollado (económicamente); a relaciones entre la sociedad y la naturaleza cada vez más complejas, más reales, donde todo aquello importante que había quedado afuera en la primera relación se comienza a incluir, permitiendo así mantener o “sostener” la situación de desarrollo en el tiempo.
Esta relación se fue moldeando una y otra vez de diferentes maneras, condicionada por la diversidad de enfoques propuestos y la valoración de nuevos componentes esenciales para la vida como el paisaje o la pureza del aire, impulsando el surgimiento de un concepto llamado AMBIENTE, que permitiría establecer otros diálogos entre las naciones y sus desarrollos.
Definiciones de Ambiente
A medida que diversos investigadores fueron evaluando el límite del crecimiento de una sociedad, las cuestiones ambientales ganaron un espacio en la agenda política de sus gobernantes. El ambiente parece ser un lugar donde todo puede ser posible, incluso la cuantificación de sus materiales. Lucie Sauvé[1], estudiosa contemporánea de la cuestión ambiental, nos propone un resumen donde caracteriza a las diferentes concepciones del ambiente y sus interpretaciones.
LA CONCEPCIÓN DE AMBIENTE[2]
Sauvé sostiene que la concepción del ambiente presenta diversas expresiones, cada una de las cuales implica el desarrollo de estrategias y competencias. Estas son alguna de ellas:
El medio ambiente naturaleza: alude al entorno original, puro, del cual la especie humana se ha distanciado, evidenciándose en las actividades antrópicas han provocado su deterioro.
El medio ambiente problema: En esta concepción el ambiente está amenazado, deteriorado por la contaminación, la erosión, el uso excesivo. Ello implica que se precisa del desarrollo de competencias y técnicas para preservar y restaurar su calidad. En lo pedagógico se asocia a la necesidad de adquirir habilidades para resolver problemas.
El medio ambiente biosfera: Remite el concepto de Gaia (Lovelock), que parten de la toma de conciencia de la finitud del ecosistema planetario. Se trata de una concepción global que invoca intervenciones de orden más filosófico, ético, humanista y que, por supuesto, incluye las diferentes cosmovisiones de los grupos indígenas.
En el próximo posteo abordaremos la definición de ambiente como fuente de recursos naturales:
El medio ambiente recurso[3]: es una de las concepciones más generalizada ya que tiene un enfoque primordialmente económico. Es aquel patrimonio de la biósfera que se agota cuando no se respetan los límites de aprovechamiento o ciclos de regeneración. Para ello se requieren estrategias para saber manejarlo.
[1] SAUVÉ, LUCIE. Pedagoga e investigadora canadiense, especialista en educación ambiental.
[2] SAUVÉ, L. (2000) “La transversalidad de la educación ambiental en el currículum de la enseñanza básica”
[3] SAUVE, L. op. Cit.