La sustentabilidad en el espacio construído

La construcción de ciudades y el cuidado de la naturaleza han asumido un crecimiento desigual, pese a su interdependencia. La idea de unir “desarrollo” con “sustentabilidad” ha nacido quizás de tal inequidad y vendría a pedirnos que ambas tareas cimienten un mismo camino, que pueda dirigirnos hacia un futuro para todos.

¿Y quiénes conformamos ese “todos”? Si partimos de la definición de Brundtland[1], el espacio construido hoy deberá incluir a la generación presente y a su vez a las personas que aún no nacieron y que heredarán este único planeta. Ello requiere ineludiblemente la proyección paralela de la construcción y la sustentabilidad. Al presente, resulta necesario pensar que si la casa o el edificio no tienen en cuenta al clima del lugar, probablemente sufrirán las consecuencias del calor extremo o la falta de lluvias.

Pensar en comunidad, con la convicción de ser parte de ella, nos permite tratar de integrar buenas prácticas y hábitos nuevos, favoreciendo así el cuidado de nuestro hábitat, día a día.

[1] El informe Brundtland (ONU, 1987),  o informe Nuestro Futuro Común, define al desarrollo sustentable como “aquel desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras”. Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, ONU.

Dimensiones del desarrollo sustentable

Luego de la II Cumbre de la Tierra  o Rio´92, donde la noción de desarrollo sustentable tuvo su máxima difusión, todas las actividades productivas han participado de un análisis riguroso de prioridades y procesos. La actividad constructiva se encontraba entre ellas.

Si bien en un principio parte de las iniciativas que se llevaron a cabo apuntaban a la aplicación de soluciones técnicas (uso de tecnología más eficiente, gestión de recursos renovables y no renovables, utilización de materiales menos contaminantes, entre otras alternativas);  la diversidad de enfoques que se generaron sobre el concepto de sustentabilidad y la necesidad de medidas más comprometidas con la componente social, dieron inicio a un debate que todavía hoy se encuentra vigente.

Salud, seguridad y cuidado del ambiente

Y así como hace algunos años se establecía un camino claro en la salud y seguridad de los trabajadores, el cuidado del ambiente por y para los trabajadores, es el que quizás mañana podamos ver crecer, desarrollando nuevos diálogos entre generaciones.

Una última pregunta podría indicarnos si cuidar el ambiente no debería ser el trabajo de las empresas, los gobiernos, los grandes contaminadores. Sí, es posible, más nosotros deberemos sumarnos también a esta labor porque vivimos en la misma Tierra, en el mismo barrio. Ya no alcanza solo con mirar que pueden hacer otras personas, pertenecer a este presente nos permitirá poder caminar un mañana compartido. Deberemos aprender el “cómo”, el “para qué”, el “de qué forma” y así construiremos día a día la sustentabilidad entre todos, en todas partes.

¿Cómo hacer que esto funcione? Es posible que debamos re-crear el valor real de las cosas que producimos,  de los servicios que usamos, de las actividades que realizamos. Aprender que todo tiene que ver con todo y mientras más acciones sumemos, mejor viviremos. Tal vez este pensar y hacer sea parte del desafío del nuevo siglo. Ese es nuestro futuro sustentable.

 

“Si es posible cambiar el mundo que no hicimos, el de la naturaleza,
¿Por qué no sería posible cambiar el mundo que sí
hicimos, el de la cultura, el de la historia, el de la política?
Cambiar es difícil, pero posible.”
Paulo Freire, Pedagogía de la Indignación