Esta investigación que realicé entre 2008 y 2010 sobre los residuos de pilas y baterías y su falta de gestión – pese a ser una de las preocupaciones centrales de muchos de nosotros-, curiosamente, luego de 8 años, sigue teniendo una vigencia casi escandalosa.
Este dato nos habla de la construcción de zonas grises, donde los temas navegan la falta de tratamiento por décadas, siendo parte de la estructura de un sistema que debe modificarse o nunca se cambiará nada de la cuestión central, que en este caso es la gestión del residuo de pilas y baterías.
Zonas grises conformadas por una fuerte legislación que carece de instrumentos para llevar a la práctica la gestión del residuo, la modificación de las prioridades de los mecanismos de compra-venta de productos tecnológicos, de los controles sobre su disposición, de la forma de ingreso al país, de su falta de regulación para su egreso, etc.
El bosque tras el árbol. Adentrémonos en esta maraña de entrelineas que complejamente forman un sistema de no-tratamiento tan efectivo, que se vuelve atemporal.
“Casi todo lo que realice será insignificante,
pero es muy importante que lo haga”
Mahatma Gandhi
Hacia fines del siglo XVIII se produce la Revolución Industrial, acontecimiento que actúa, entre otras cosas, como disparador de un mundo tecnológicamente nuevo.
Países desarrollados y países industrializados se vuelven casi sinónimos, así como también el par formado por la vida moderna y el consumo de electricidad. Las comunicaciones, el transporte, el abastecimiento de alimentos y muchos servicios domésticos y laborales comienzan a depender del suministro de energía.
A principios del siglo XIX, la primera pila de Alessandro Volta[1] se ubicaría en el inicio de la era eléctrica en la que actualmente vivimos. Y a medida que las urbes crecían, también lo hacía la demanda de recursos energéticos como los recursos eléctricos. Tanto Europa como América comienzan a investigar sobre diversos líquidos, metales, elementos aislantes y conductores; acontecimiento que permite, entre otras cosas, evolucionar hasta lo que hoy conocemos como energía eléctrica portátil.
Cuando la energía eléctrica se almacena en dispositivos que permiten su transporte, adopta la propiedad de ser portátil. Es por ello que las pilas y baterías pueden definirse de manera general como aquellos elementos que contienen energía eléctrica portátil, conservando diversas formas y tamaños (cilindro, prisma rectangular, botón, etc.).
A lo largo de los últimos doscientos años se produjo un aumento en la generación de aparatos[2] tecnológicos de masiva utilización (como es el caso de los celulares), que ha favorecido la creciente utilización de pilas y baterías de diferentes tipos.
Algunos ejemplos del uso de pilas y baterías, se grafican en el siguiente cuadro:
Tabla N˚ 1: Ejemplos de usos de pilas y baterías
Utilización |
Tipo de pila o batería utilizada |
Telefonía celular, blackberrys, Palms, GPS. | Baterías de Níquel-Cadmio (NiCd); Hidruro de Metal-Níquel (NiMH); e Ion-Litio (Li-Ion) |
Linternas, juguetes, walk-man, mp3, mp4, etc. | Pilas de zinc-Manganeso (Zn-Mg); Cloruro de Zinc; Alcalinas; Hidróxido de Níquel-Cadmio |
Relojes, audífonos. | Pilas de mercurio con óxido de Zinc; de plata con óxido de Zinc |
Marcapasos, cámaras automáticas, PC´s, Notebooks. | Pilas de Litio |
Industria Automotriz. | Baterías de Plomo-ácido |
Fuente: elaboración propia. 01/03/2009
Y junto a la creciente producción y utilización de pilas y baterías utilizadas por dichos dispositivos, se encuentra también el incremento en la generación de sus residuos.
Una vez utilizada la pila o batería, sus componentes constituyentes se transforman en residuos sólidos, líquidos y su consecuente producción de compuestos químicos secundarios que se generan por contacto con el medio.
Se necesitan metales pesados (con un alto peso molecular y muy reactivos) que produzcan la energía de una pila. Por ello, en mayor o menor medida, en el residuo de una pila podemos encontrar un componente tóxico[3] constituido por material residual de ácidos, álcalis, sales irritantes y metales[4].
Indicadores como la cantidad, concentración, permanencia y peligrosidad del tóxico en varios, sino todos los componentes, nos permite clasificar el grado de toxicidad del residuo.
Sin embargo, son diversos los factores que logran sostener en el tiempo el desacuerdo sobre la naturaleza contaminante del residuo de pilas y baterías.
Quizás uno de los más importantes a definir es la toxicidad que encontramos por tipo de residuo. Si bien varios de sus compuestos químicos (cromo, plomo, cadmio, etc.) deberían permitirnos definirlo como “residuo peligroso”, legislativamente no se vislumbra un criterio unificado sobre este punto y esta puede ser una de las razones por las cuales algunos residuos se encuentran clasificados como “residuos sólidos urbanos” (donde la pila se descarta con la basura domiciliaria) o adoptan una definición intermedia llamada RPU (Residuo Peligroso Universal).
En el marco normativo, criterios dispares sobre su definición se ejemplifican en tres ámbitos (Nación, Provincia y Ciudad de Buenos Aires), como puntapié inicial. Es por ello que esta investigación tomará a los tres ámbitos de referencia citados anteriormente para lograr una comparación gráfica de lo antedicho.
En Argentina, se han realizado diversos programas sobre su tratamiento. Algunos funcionan con una clara línea de trabajo como es el caso del tratamiento y disposición del residuo de baterías de automóviles. Algunos otros no han sido tan certeros.
Como ejemplo se puede citar la gestión del residuo de pilas alcalinas, donde su tratamiento ha sido irregular y oscilante, en parte debido a la falta de herramientas de algunos municipios y organizaciones de la sociedad civil que, entre otras cosas, se toparon con un vacío legal sobre su gestión y sumaron a ello la falta de competencia y capacitación en la manipulación del residuo y en su disposición.
Es por ello que, entre otras cosas, resulta conveniente estudiar en profundidad la composición del residuo de pilas y baterías para establecer de esta forma, una aproximación apreciable de la naturaleza contaminante del residuo en relación a su toxicidad. Y como en territorio argentino no se produce ninguna de las pilas que utilizamos, la recuperación de su componente para su reutilización y/o reciclado se dificulta.
Si el residuo reciclado quiere volver a utilizarse como materia prima para la generación de nuevas pilas, el problema está en los costos. La rentabilidad que produce la tasa de recuperación de metal pesado por volumen de residuo es relativamente baja, dado que ha ello deberán sumarse costos adicionales de transporte para la exportación del material.
También en este caso el vacío normativo dificulta la operatividad, ya que al ingreso del componente al país, el nomenclador aduanero clasifica este elemento por su posición arancelaria, y no nos dice nada sobre la marca del producto, el nombre del proveedor, el país de fabricación o su clasificación por componente constituyente.
Algunas empresas privadas de telefonía celular otorgan una solución a este problema, donde las baterías como residuos se recolectan en puntos estratégicos para su posterior reciclado.
Aquí el punto de palanca se encuentra en la difusión de dichos programas. Ya que del universo de personas que compran un teléfono celular, quizás menos del 50%, posee un claro entendimiento del tratamiento de su batería como residuo. Inclusive existen programas que fomentan la recolección de aparatos eléctricos y/o electrónicos,
donde se descarta el dispositivo en su totalidad, batería incluida.
Algunas otras acciones se basan en gestiones sobre técnicas onerosas o poco investigadas como el termosellado, la vitrificación y el embloque. Un eje a tratar en estos casos es el fomento y subvención de programas de investigación sobre las técnicas citadas.
Y a la lista se pueden sumar otros factores que dificultan la correcta gestión del residuo: falta de identificación del ciclo de vida del producto, responsabilidades sobre la generación del residuo en la cadena de producción y comercialización, disposición en basurales a cielo abierto, certificación de algunas pilas de difícil instrumentación, etc.
Es por todo ello que en primer lugar, antes de encarar nuevos programas de tratamiento, gestión, disposición final y/o reciclado y reutilización, debe existir un acuerdo sobre la naturaleza contaminante del residuo de pilas y baterías, que desplace la desestimación de su actual concepto, otorgando una correcta ponderación del impacto ambiental que posee y la necesaria implementación de políticas ambientales unificadas en el seno del Estado Argentino.
Para poder investigar sobre lo antedicho, resulta necesario entonces plantear la problemática de tal manera que la búsqueda de la respuesta a aquél interrogante sea el camino hacia la verdad o parte de ella.
Frente a la pregunta: ¿Qué factores producen que en el seno del Estado Argentino (Nación, Provincia y Ciudad de Buenos Aires) no haya hasta el momento un acuerdo de políticas ambientales acerca de la naturaleza contaminante de los residuos de pilas?
En primer lugar se tratarán de plantear, investigar y desarrollar algunos objetivos específicos como:
Realizar un resumen del estado actual de las pilas y baterías y sus residuos originados en Nación, provincia y Ciudad de Buenos Aires.
Establecer la naturaleza contaminante del residuo de pilas y baterías y su toxicidad.
Evaluar la vinculación directa y/o indirecta de la definición del residuo de pilas y baterías con la normativa de Nación, provincia y Ciudad de Buenos Aires.
Determinar otros factores (en el ámbito público y privado) que obstaculizan la aplicación a largo plazo de programas de gestión de residuos de pilas y baterías.
Considerar aquellos factores que impiden un acuerdo en las políticas ambientales sobre la naturaleza contaminante de los residuos de pilas en el seno del Estado Argentino.
Consecuentemente, el objetivo general que persigue alcanzar esta investigación será el de Analizar los factores que producen que en el seno del Estado Argentino (Nación, Provincia y Ciudad de Buenos Aires) no haya hasta el momento un acuerdo de políticas ambientales sobre la naturaleza contaminante de los residuos de pilas y baterías.
[1]Volta (Alessandro, conde de). Físico italiano (Como, 1745-id., 1827). Se le deben varios inventos, entre los que destaca la pila eléctrica que lleva su nombre. Diccionario El pequeño Espasa, Madrid, Editorial Espasa-Calpe, S.A. 1988, pág. 1319
[2] Aparato: (Del lat. apparātus). Conjunto organizado de piezas que cumple una función determinada. Madrid, España, Real Academia Española (RAE); 2010; en www.rae.es
[3] Tóxico: sustancia que puede producir algún efecto nocivo sobre un ser vivo. REPETTO, Manuel; Toxicología fundamental, 3ra. Edición; Madrid, Editorial Díaz de Santos, 1997, Pág. 17
[4]ALANIS, Irene: “Disposición Final y reciclado de Pilas y Baterías”, INTI, Centro de Investigación y Desarrollo sobre Electrodeposición y Procesos Superficiales, Buenos Aires, 2007