A medida que crece el desarrollo de las urbes, los grandes avances tecnológicos han cincelado su rol esencial en las actividades sociales, culturales y económicas, otorgando un papel principal a la programación cotidiana de nuestros días llenas de “donwloads” de archivos e imágenes y carteleras “on demand” con diversas opciones audiovisuales.
La “Era Electrónica-Digital” generó indiscutibles cambios en el abordaje del conocimiento y de la información de las sociedades actuales, ofreciendo nuevas posibilidades de acceso y utilización que contribuyen en muchos casos a la integración y el bienestar de las personas.
Sin embargo, esta acelerada evolución no es inocua al entorno en el cual sucede. Al uso de materias primas para su fabricación –metales ferrosos y no ferrosos, plásticos, metales preciosos, etc. – se suma su creciente desuso, con una tasa promedio mundial en ascenso de un 4% anual, según datos de la Oficina Internacional del Trabajo[1]
Un rápido análisis nos muestra que si bien las tasas de extracción de materias primas crecieron junto a las de generación de sus residuos (e-waste” o “e-scrap”[2]); otros cambios no han sido tan rápidos; como los concernientes a la adecuación de la legislación que regule su disposición final o la tasa de recuperación y reciclaje de este desecho electrónico.
Una opción a la minería inversa
Cuando el celular, la vieja impresora o el control remoto se tiran a la basura convencional, el camión recolector lo dispone en un relleno sanitario o basural y de esta forma, todos los componentes minerales con los que se confeccionó el aparato vuelven a estar bajo tierra, similar a un proceso de “minería inversa” al enterrar o incinerar aquellos materiales como el estaño, cobre, aluminio, oro, plata y diversos plásticos.
Esta acción aleatoria suma otros problemas a la pérdida de valiosos recursos: la creciente extracción de minerales escasos, la contaminación de los sustratos, la degradación de la siembra, el agua de pozo, y las consecuencias en la salud de la población.
Por ello reciclar chatarra electrónica vuelve sostenible la economía, genera valor agregado y eficiencia productiva y logra inclusión social.
Como bien ejemplifica Protomastro[3]; la “minería urbana”, que se logra con la gestión de este residuo, genera una cadena de valor importante. Una tonelada de teléfonos celulares, por ejemplo, permite recuperar unos 280 gramos de oro, 1.700 gramos de plata y 180.000 gramos de cobre, entre otras decenas de materiales y elementos como hierro, aluminio, zinc, estaño, etc.
Que es un RAEE??
RAEE o Residuo de Aparatos Eléctricos y Electrónicos es la sigla con la cual se identifican los residuos provenientes de estas dos categorías.
Ya sea por el paso del tiempo o por obsolescencia programada[4]; los aparatos que dejan de funcionar se vuelven desechos complejos, que contienen una gran cantidad de residuos reutilizables y/o reciclables.
En general, estos residuos provienen del descarte de grandes y pequeños electrodomésticos; equipos de informática y telecomunicaciones; aparatos audiovisuales; aparatos de iluminación; herramientas eléctricas; juguetes y equipos deportivos o de esparcimiento; aparatos de uso médico; instrumentos de vigilancia y control; pilas y baterías.
Si bien en Argentina no hay una ley nacional que regule la gestión integral de los mismos, varios municipios han avanzado sobre cierta legislación que pueda ser aplicada por las autoridades ambientales a la hora de controlar el ciclo de vida de los aparatos. En este sentido, el RAEE posee una compleja definición, parecida a la del residuo de pilas y baterías, ya que pueden generarse en ambientes urbanos, tiene componentes peligrosos o tóxicos y otros que no lo son y son de uso cotidiano, por lo cual su manipulación no está regulada. Esta tipología hace que compartan características en parte de residuos peligrosos, de residuos sólidos urbanos y de reciclables.
Que permite una buena Campaña de Recuperación de RAEES???
Los objetivos de una buena campaña buscan lograr la recolección diferenciada y su disposición de manera sustentable y responsable que permita:
- Separar por tipo de equipo, proceso y corriente de desecho a tratar
- Verificar y re-manufacturar equipos usados y aquellos que pueden ser reacondicionados y reparados para una posterior donación o venta a precio social
- Gestionar RAEES no funcionales: desmontaje de carcazas, cables, partes, piezas, ensambles.
- Separar plásticos para su molienda y acondicionamiento
- Clasificación y pesaje de metales ferrosos y no ferrosos para su reciclaje
- Clasificación de residuos peligrosos –plaquetas electrónicas, pilas y baterías- y entrega a un operador habilitado por SAyDS para su tratamiento y disposición final
- Seguimiento informático y trazable de cada corriente de desechos.
Al tomar conciencia sobre la importancia de la gestión de RAEEs en el cuidado del ambiente, se puntualiza en lograr un consumo consciente, una disposición final responsable y la fomentación de una economía circular, donde se genere materia prima proveniente del reciclado de desechos.
[1] “The Global Impact of E-waste”. International Labor Office. 2012
[2] E-waste o E-scrap es el nombre que se le atribuyen a los residuos provenientes de aparatos eléctricos y electrónicos en desuso.
[3] PROTOMASTRO, Gustavo Fernández. Minería Urbana y la Gestión de los Residuos Electrónicos. Ediciones ISALUD.2013
[4] Obsolescencia programada es la vida útil preestablecida por el fabricante para que el aparato deba ser reemplazado en un tiempo económico y comercialmente conveniente.
Buenísimo por fin se que es raees 😏